Blogoteca 20 Minutos

jueves, 4 de abril de 2024

Ensayo para fanzine

(NOTA DEL AUTOR. 04-04-2024. Hace poco más de un lustro me encargaron una entradilla para un fanzine de género. No sé si llegaron a hacerlo servir. Tanto da. Me lo he encontrado hoy y, bueno, creo que merece que no se pierda.)



PRÓLOGO.

 

Apenas era un crío que aún no se hacía pajas pero ya iba al cine con la pandilla de la generación inmediatamente superior (los “mayores”, de apenas tres o cuatro años más de edad) como único protectorado, todos juntos, cumpliendo con la liturgia semanal. El mero hecho de ir al cine era excitante. La previa en la calle o en el salón de videojuegos (los billares, nuestra segunda casa), las expectativas, el paseo (siempre caminando) hasta la sala, la doble sesión en sí, la merienda en el descanso de 15 minutos entre películas, y la vuelta a casa (siempre caminando) haciendo las mejores críticas post-partido por el camino que se hayan hecho jamás. El cine era (y es, por supuesto) DIOS. Y esta breve rememoranza que detallo, con vuestro permiso, bien pudiera formar parte de algún capítulo de una serie actual de mierda basada en los 80s, repleta de personajes estereotipados (el gordo, el chino-coreano-japonés, el afronegro, el asmático, el cuatro ojos y la chavalita con pechitos), firmada por un comerciante judío de Hollywood obsesionado con imitar a Spielberg. Pero aquellos tiempos eran Vietnam. El de verdad. Y en Vietnam el gordo sudaba como un cerdo con un abrigo de pana, los padres del “Chino” eran de Jaén y el Sr. Miguel apestaba a Montilla-Moriles hoy sí y mañana también, los del “Negro” eran de Almería, muy fans de Manolo, claro, el asmático era el hijo del gallego, el dueño-rata del bar de la esquina, el cuatro ojos enclenque era el que sacaba mejores notas, pero había que mirar dos veces para verlo, y la chavala no era Jessica Chastain adolescente, ni tampoco la hija del Jefe de Policía; era una croqueta, joder, y llevaba leotardos de 2 cms. de grosor. No había tiempo para incongruencias en Vietnam, amigo. O tenías los ojos abiertos, o charlie te hacía mear sentado el resto de tu vida. A veces, de tanto en tanto, nos seguía por las calles del barrio algún perro callejero, desnutrido, lleno de pulgas y chinches.

 

YOTEAVISO PRODUCTIONS presents…

 

Así, pues, no tenía más de 11 años cuando vi en 35 mm (¡¡Moooooo-vierecord!!), y entre las rendijas de los dedos, a David Soul elaborar apresuradamente en una morgue con unos palos de helado de éstos que utilizan los médicos para mirarte las amígdalas y que te provocan arcadas, y un rollo de esparadrapo, una cruz de Ikea para hacerle una escarificación básica, de manual, en la frente a la Sra. Glick (esposa del actor James Mason en la vida real).

 

Y ahora, ahora el “Chino” es chino-coreano-japonés auténtico, de China, genuino, su padre es el del bazar de la esquina de 400 metros cuadrados, repleto de “cosas” que nadie compra. Para vender pilas, con un kiosko hubiera tenido suficiente. Nadie sabe cómo se mantiene el negocio ni de dónde ha salido el BMW ése que parece una tanqueta. El “Negro” es negro congoleño, original, de fábrica. Todo el mundo tiene un amigo negro que es una persona como tú o como yo. El gordo se ha muerto de un infarto. En su primer día de gimnasio, haciendo una rutina de crossfit para principiantes. El cuatro ojos se sacó el bachillerato y es portero en una finca regia en una zona noble. El asmático se casó con una camarera de barra de alterne, tatuada y perforada en mil lugares; creo que de Lloret de Mar. Y la chavala es una separada armada con cartucheras XXL y dos niños cabezones con orejas como lonchas de mortadela que hicieron de extras en THE GREEN INFERNO (Eli Roth. 2013). Los tiempos cambian. El año que viene se cumplen 40 años del estreno de “Salem’s Lot” (Movie TV. Tobe Hooper. 1979).

 

BAJAR EL IVA. MANTENER EL PRECIO. QUE OS JODAN.

 

Ya no se ven niños de 10 y 11 años yendo sólos al cine a ver películas para mayores de 18. Y los que van a ver telefilmes de Multicines A3 como LA PURGA o productos anabolizantes para chonis de intelecto disperso como FAST & FURIOUS, parece que tengan 10 u 11 años por la estatura, estamos de acuerdo, pero NO los tienen, en realidad son adolescentes, ocurre que como fuman paja adulterada a granel envasada al vacío, y beben puta mierda de barraca andorrana a morro, se les corta el crecimiento, conclusión: ellas crecen a lo ancho, y ellos se quedan encogidos. No, no, amiguitos, los niños de 10 y 11 años van al cine con sus papás. O con su padre, o con su madre, por separado o enamorados llamándose “cari” en la cola de la taquilla. Y llegan al cine los chiquillos, como decía, con media película vista gracias a teasers, trailers, avances informativos en páginas especializadas, blogs diarréicos, redes sociales y a Pedro Piqueras fustigando cada 10 minutos con la jodida producción de Mediaset. Llegan por inercia. Llegan como si un ente cósmico con cuatro cabezas y siete vaginas dentadas hiciera un llamamiento con un silbato para perros, y todos acuden en trance a ver los jodidos dinosaurios de “Jota”, un director de manual, insulso, plano, que tiene la originalidad en las ladillas del Raval.

 

Me cago en el santoral, nosotros llegábamos al cine que parecíamos una cuadrilla de José Antonio de la Loma de permiso de fín de semana. Con la raya en medio y el bocadillo debajo del sobaco, envuelto en una hoja de El Caso. Y el único puto HYPE que teníamos, aparte del boca a boca por el patio de luces, era el de la revistilla semanal de la programación de televisión y cine llamada Teleprograma (comúnmente conocido como TP). Más que nada porque con 11 o 12 años, antes que por el Fotogramas, nos decantábamos más por cómics Forum (recién estrenados en el país. 1983), por unas partidas (25 ptas.) al Pac-Man o el Galaga, o por una BASF para que el vecino nos grabara Iron Maiden o Azul y Negro. Y el TP te hacía una sinopsis de cuatro frases rollo Twitter y con éso ya estábamos contentos. Contentos y sobrados. Aún recuerdo leer la de “Aquella Casa Al Lado del Cementerio” (1981. Lucio Fulci) o la de “Pasaje para un coche fúnebre” (1980. George Bowers).

 

Pero, bueno, que a nuestros padres les sudaba los cojones qué íbamos a ver. Les decías una de miedo y una de kárate y punto; toma 150 pesetas y que tu madre te prepare el bocadillo, te quiero aquí a las 21:30h., y si te pasas cinco minutos te pongo los dientes en el cogote. Íbamos únicamente con la sinopsis del TP. Era un auténtico ejercicio de prueba y ensayo. Experimentación en estado puro. Sin sugestiones previas. Sin análisis previos. Sin hostias. Ibas al cine. No importaba nada más. Hoy, a pesar de la inabarcable cantidad de información previa, los padres modernos van con sus criaturas Fortnite a ver DEADPOOL (Tim Miller. 2016), y a la salida, si no a media sesión, o simplemente en la escena del folleteo, amenazan a la taquillera con eviscerarla, porque usted no sabe con quién está hablando y ésto es una vergüenza para los críos. Son esos mismos padres que van en el metro de colegueo con el niño, en voz alta, para que todo el vagón vea qué padrazo comprensivo está hecho, pero que luego no han cambiado un pañal en su puta vida y le dejan el smartphone en el cine para que nos ilumine a todos en plena proyección. ¡¡Quiero el libro de reclamaciones!!. Una patada en la boca es lo que quieres pero aún no lo sabes. Anormal. Que tienes toda la información del mundo. Gilipollas. Léete el TP antes de ir al cine. Que te ponen COLORINES en la clasificación por edades y nosotros sólo teníamos DOS PUTOS ROMBOS y la sintonía de La Clave.

 

Al hilo de los contenidos, leí el otro día que el cine 80s juvenil y familiar, en plena era Reagan, se caracterizaba, principalmente, por un exceso de moralina, en contra del actual cine de entretenimiento. Y ponían como ejemplo un versus entre CORTOCIRCUITO (John Badham. 1986) y TRANSFORMERS (Michael Bay. 2007). Y sí, es cierto, y a mí me daba bastante asco la moralina del final de las películas 80s entre tanto postureo ultrafeliz. Me asqueaba. Especialmente repulsiva, por ejemplo: LOS GOONIES. El metraje entero, ya puestos. Desaparezco en una cueva y de la onda expansiva de la hostia que me llevo se vuelan los espetos de la playa. Sin embargo, el contenido ochentero, por lo normal, en general, era acojonante (hoy en día, ya véis, se reverencia). Pero, de todos modos, hay que ser un poco lento, porque en lugar del despliegue técnico-palomitero de Bay, pones de ejemplo en el combate a CHAPPIE (Neill Blomkamp. 2015), y veremos que HOY se siguen haciendo películas con un trasfondo interesante (con apenas dos gotas de jabón). ¿Qué ocurre? Que hoy en día, sin contar MADRE! (del Alfonsoski cabrón), el rey de la moralina es PIXAR. Todo lo demás es alfalfa carente de cualquier discurso. Así, pues, la chavalada prefiere ir a ver mierdas infectas como TRANSFORMERS antes que joyas como DISTRITO 9 (Neill Blomkamp. 2009) o EL PICO 2 (Eloy de la Iglesia. 1984). Y queda la moralina de PIXAR para las excursiones familiares domingueras de grupos de whatsapp con papás, mamás, y todas las criaturas superexcitadas pegando pataditas en los respaldos de los asientos. Y con los bebés y todo, eh, claro que sí, y con los pechos al aire, desaforados, rebosantes de leche materna, los pezones como tortas de Écija, y venga a amamantar todas ahí en plena proyección con una sonrisa gilipollas en la cara al más puro estilo I’M THE ONLY ONE BEST MOTHER IN THE WORLD, como si estuvieran en la corrala de una secta californiana de los 70s. ¡¡Me cago en dios y en la puta virgen!!, en medio de la sesión, en un recinto privado por el que has pagado una puta entrada de 10,50 euros, y te joden la película porque sí, porque hoy un cine, por desgracia, y para mucha gente, es una puta EXTENSIÓN del salón-comedor de su puta casa y nosotras parimos, nosotras decidimos, y el niño berrea y tú te jodes. Hijos de puta. ¿Por dónde iba? Ah, sí, como decía, ayuda el marketing, ayuda la educación y ayuda el consumismo extrem kleenex. Las prisas. Y el dejar a medias una canción (un cómic, un videojuego, un libro, una serie, una película) para escuchar la siguiente, porque es MAINSTREAM, y claro, no debes sentirte excluido socialmente escuchando algo que fue estreno hace 24 horas cuando ha salido lo nuevo (24 horas después) de Dj Pollas.

 

¿Cómo ha evolucionado el cine? Exactamente igual. Consumo masivo. Mainstream a tope. Y mucha angustia. Mucha. De verdad. Anunciando películas para dentro de un lustro, y publicitando fotogramas del rodaje DOS AÑOS antes de su futuro estreno en páginas especializadas conchabadas con el circo que hay montado. “Ya tenemos una primera imagen de Paul Bettany con su posible nuevo look para la continuación de PUSSY NAZI WAR. No sabemos a ciencia cierta qué está haciendo, pero, por su postura y apacible expresión facial, parece que se esté limpiando el culo tras una cagada antológica. Está claro que nos espera una conclusión épica a la saga”. La imagen congelada de Paul Bettany limpiándose el culo se viraliza y es mainstream. Yo no sé dónde estaré dentro de dos años, jodido palurdo vendepipas. ¿Acaso crees que viviré para siempre? ¿Forever? ¿Will i live forever? Marvel anuncia el inicio de la FASE 17 con las siguientes fechas de lanzamiento a partir del 2034. No tenemos títulos aún. Vaya por dios. No tienen títulos aún. Pero tranquilos, que un avezado instagramer ha descubierto una sombra con forma de polla en una foto de Paul Bettany comprando en el Mercadona que nos da una pista sobre la primera palabra del título.

 

¿Y el espectador? Gregarismo puro y duro. Haciéndose pajillas porque Marvel ha anunciado una película para el 2034. Esquizofrenia. Y súmale una gravísima falta de independencia crítica y de opinión. Los grandes males de nuestro tiempo cinéfilo son Rotten Tomatoes, Filmaffinity y entidades similares varias. Qué decir del fenómeno bloguero dónde, por cada personaje que aparentemente tiene unos ciertos conocimientos sobre el medio que trata te encuentras con 5.000 parguelas con el graduado escolar aprobado en la oficina del director al estilo Sally Field. El hecho de consultar opiniones ajenas para decidir (PARA DECIDIR!!) si vamos a ir a ver una película en concreto, o nos quedamos en casa viendo el telefilme alemán de turno (“MANCILLADA A LOS 16”) es, sin duda, el ejemplo más claro de la decadencia cultural de la sociedad. Patetismo extremo. Dramático. Escalofriante. Y la industria, rica o pobre, lo sabe y lo aprovecha. Imagínate que hasta una mierda de producción rodada con cuatro duros como A QUIET PLACE te la llevan vendiendo desde hace UN AÑO antes de su estreno como la apología absoluta del terror. Ni el (hipócrita) rollo indie se escapa. Y si hay que llenar las redes de tomates rojos, se llenan. Y de pepinos, también. Póngame un pepino. Disculpe, póngame otro para la ensalada.

 

El conocimiento se consigue con prueba, ensayo y, sobre todo, error. En todas las materias y aspectos de la vida. En el momento que dejas de lado tu autonomía y tus inquietudes te conviertes en un peón más. En un borrego.

 

No fue Jackie Chan, ni tampoco el imitador de rigor de Bruce Lee, el partenaire de aquella histórica doble sesión del 83; fue Andrés Pajares, el cual, junto a Fernando Esteso, fueron mis profesores principales en sexo. No recuerdo si el primer pase fue EL LIGUERO MÁGICO o BRUJAS MÁGICAS (diría que una de las dos, seguro), pero qué más da, casi nunca faltaba la inestimable colaboración de la ex-Miss Cataluña Azucena Hernández. Esta vez el versus entre MARIANO OZORES y PORNTUBE, en principio, parece desigual, ¿verdad?, pero, queridos amigos, más desigual es el ratio de embarazos no deseados. Es curioso el uso obsesivo de la información por parte de la chavalada para algunas cosas, y el desprecio que hacen de la misma para otras. Para meter sus pichitas indígenas en chochitos con nueve suspensos pendientes de recuperar en Septiembre parece ser que se inhiben más a la hora de informarse. Así, luego, llegan los pingüinos en primavera. Pingüinos que crían los abuelos, claro. ¿De qué sirve tanto colegueo y postureo en el metro? De nada.

 

No sirve de nada. Además, el postureo, como todo el mundo sabe, murió en los 80s con Stallone, Arnold, Bronson, El Jaro, el Torete, Julio Iglesias, el del medio de los Chichos (el Gero, que se tiro de una terraza), Quique San Francisco, los Wanderers, Máximo Valverde y, sobre todo, Chuck Norris. No quiero olvidarme de Don Johnson, Robert Shaw y Robert Wall. Clint juega en otra liga. Y Seagal en los 90s... todo el mundo sabe que era de cera. Van Damme y Dudikoff eran meros muñecos de alambre articulados (uno de ellos traía farlopa en la caja). A Brian Bosworth dejémoslo tranquilo. Y Hasselhoff, un follarín alcohólico; muy macho, pero siempre lastrado por su cardado. Sólo Beat Takeshi sobrevive a tanta mediocridad actual. Es inmortal. Y quizá Yayan Ruhian. Todo lo que vino después es puro sucedáneo, ya sea sobre ruedas o el típico ex-luchador homosexualizado que hacía el canelo sobre un ring, embadurnado de aceite corporal. Antes se hablaba menos, o lo justísimo; había una cierta coherencia, pues, con lo que se proponía. Hoy, antes de ejecutarte, te sueltan una parrafada insoportable escrita por un guionista puesto de MDMA y dirigida por otro que se ha metido cinco pollos con el zumo de naranja ése de mierda que sacan los americanos de la nevera empotrada de dos puertas en un envase industrial de plástico opaco, con asa, de 10 litros. Pero a los chiquillos de hoy ya les va bien. Gracias, LOGSE. Gracias, papá y mamá modernos.

 

No es ésto una loa a tiempos pretéritos. No es un patético ejercicio de nostalgia alopécica. Sólo es una REFLEXIÓN. Joder, en Vietnam los coños tenían pelo para hacer cuatro pelucas y hoy parecen los panecillos esos congelados de las hamburguesitas que venden en La Sirena. Y no pasa nada. La vida sigue, amigos. Te los vas a comer igual, ¿SÍ o NO? Ahora bien, la educación no entiende de tiempos. Y el respeto, menos.

 

Una vez que dejábamos atrás los pesados cortinajes y vadeábamos ese descansillo oscuro entre el vestíbulo y la sala, tras empujar esas pesadas puertas metálicas con aquellos ventanucos redondos, como escotillas, si la sala ya estaba a oscuras (cosa que procurábamos que no ocurriera NUNCA) nos encontrábamos de frente con un señor con muy mala leche, vestido de uniforme. Y con una linterna de mano a pilas. Se acabaron las risas. Se acabó el amamantar al crío. Se acabó el Chikipark. Se acabaron las tribus indígenas con cubos con 20 piezas de pollo frito y litros de Coca-Cola. Se acabó el Amazonas caníbal. Se acabaron las tonterías. Porque si insistías con el revuelo… te ibas a la puta calle. Y calladito. En plena efervescencia quinqui. Y que no se entere tu padre, ojo.

 

El cine, en realidad, NO ha evolucionado más allá de aspectos técnicos y tecnológicos, lo cual es lógico. Las historias siguen teniendo los mismos clichés. Las buenas, originalidad. Y las reguleras, palomitas. Los estereotipos se repiten. Y a veces los esquemas se reinventan. Las genialidades, o se estiran, o se resetean, o se versionan, y se homenajean, claro, como siempre se ha hecho. El cine, en el fondo, no deja de ser un compendio de historias contadas con imágenes, que dependen de la habilidad del narrador y, por supuesto, del autor del libreto (fundamental), para encandilarte. Da igual la época, da igual el momento. El cine es Dios.

 

El que ha involucionado es el espectador.

 

Y el formato.

 

Ni tablets, ni smartphones, ni televisores son cine. Y nunca lo serán.

 

Ya podéis cerrar las salas que quedan. Y que os jodan a todos.

 

Mi respeto para esos padres y madres, juntos o separados, que les explican a sus retoños por qué el abuelo Sawyer cobra una mierda de pensión.

 

Chumoski.

domingo, 26 de marzo de 2017

Diario de.... BATMAN vs SUPERMAN. (Extended Version)



Ésta es la historia de dos niños.

Uno es rico y se cae por un pozo. Se pega un costalazo desde 7 u 8 metros de altura, pero no se rompe nada. No se rompe nada porque cae sobre un par de centímetros de musgo. Behind the musgo. Hasta aquí, bien. Es Batman, y el musgo es de calidad. Todo en orden. El pozo es la casa de seiscientos cuarenta y cinco mil trescientos cuarenta y ocho murciélagos. Se asustan y escapan en estampida. El niño no se asusta, es más, se siente a gusto, se siente bien, se siente Batman. Vale. Luego matan a sus padres. Los murciélagos no, un quinqui de Gotham. Bruce, que sepas que has heredado unos cientos de miles de billones de dólares de Gotham. Ah, guay. Lástima que parte ellos se han ido a tomar por culo por culpa del paleto ése de Kansas con la capa roja mientras luchaba contra un sociópata extraterrestre con un peinado-cacerola. Me cago en su vida. Alfred, monitorízamelo si miento, que le voy a reventar la boca con ayuda de la esmeralda ésta y un nuevo traje que pesa 80 kilos, ideal para las cruzadas que están por venir. Enviad mensajeros a Norte y Sur. Que las principales casas afines al reino se dispongan a combatir. El paleto debe morir. Voy a ponerle también dos LED en los ojos a la capucha-batman, de hierro macizo forjado en Toledo, para que parezca que puedo tirar rayos como un Citroen Pallas de cuando Fernando Rey protagonizó FRENCH CONNECTION.


El otro (muchacho) es criado en una granja por una família de rednecks en Kansas. Es adoptado y hay que trabajar duro y madrugar cada día porque dios te ayuda y con el sudor de nuestro esfuerzo y bla, bla, bla.... Me cago en dios, así venga un tornado y te lleve ya, que me estás amargando la adolescencia. Total, que sí, se queda con su madre Martha. Omá, yo vengo del cielo, ¿no?. Sí, Junior, sí. Va, dale de comer a esos cerdos. ¿Pero vengo o no? Que sí, te estoy diciendo, echa la cancela, que se escapan. Pues yo quiero ser periodista, omá. Me parece muy bien. Y también quiero una capa roja, omá. Yo quiero una capa roja. Total, que se la hace. Y unos gayumbos a juego también. Junior, ten cuidadito con lo que hacemos. Sí, omá!!! Y se va a Metrópolis y lo primero que hace es convertirse en periodista sin que se note que debajo del traje-chaqueta tiene una capa roja de 3 x 2 metros, y que sin las gafas se parece mucho a Superman. Luego para disimular un poco más se hace el corki y éso, así como si no hubiera visto un coño en su vida. Bueno... espera.... Nah, es igual.

Total, que era cuestión de tiempo que se tuvieran tirria. Uno, que si eres muy brusco combatiendo la chusma local, pasándote la justicia por el forro como un Daredevil de la vida. Y el otro, que si eres muy brusco arrasando hectáreas enteras de vida cada vez que te enfrentas a una amenaza intergaláctica capaz de desolar el planeta entero. O sea, fifty-fifty, como vemos, está la cosa equiparada. Normal que llegaran los roces. Tú eres un milbillonario ingenioso y yo un dios. Tenemos que rozarnos sí o sí. Estamos ahí en un sinvivir mirándonos de tú a tú.

No me gustan tus métodos, Batman. Ni a mí los tuyos, Superman, y por éso te voy a meter esta lanza esmeralda por el ojete. Éso habrá que verlo. Ambos manipulados psicológicamente por un chaval blancuzco típico americano que sobreactúa más que Al Pacino puesto de farlopa hasta los cejones ésos que tiene. Total, que cuando parece que sí, que le va a meter la esmeralda por el ojal coge Superman y le dice que es que tienen a su madre secuestrada. Claro, entiéndeme lo que te digo, si se lo dice al momento que se encuentran te ahorras 15 minutos de hostias y la película dura menos. Además, dónde se ha visto a un superhéroe dando explicaciones cuando es mucho mejor tirar rayos por el culo. Tiene sentido. No te preocupes, Clark, que yo voy a buscarla mientras tú te encargas de la hiperbestia satánica que amenaza el sistema solar. Fifty-fifty de nuevo.

Hola, soy la Chica Maravilla.

(...............)

Por dónde íbamos.... Ah, sí. Batman rescata a Martha. Y entonces el paleto se enfrenta a la hiperbestia satánica. Un destrozo muy descomunal. Hiperbólico. Desmesuradísimo. Para el que AHORA Batman no tiene quejas (qué cosas). Y hay una Chica Maravilla también. Y.... la chica ésta... a ver cómo lo digo...

Bueno, que gana el bien, pero el paleto de Kansas muere. Y Amy Adams llora, pero luego se consuela con unos extraterrestres. Y Batman le dice a la choch... a la Chica Maravilla que hay que montar un grupo. ¿De rock?, le pregunta la Maravilla. I diu el Batman: no, de supersaiyanes, subnormal. A mí no me hables así, mongolo, que soy una semidiosa, que te meto. Bueno, vale, no te piques, semidiosa, venga que hay que buscar a Aquaman, a Flash y a... aaaa.... es igual, no me acuerdo de sus nombres, pero hay que buscarlos. Vamos a montar la Liga de la Justicia. Bruce me ha bajado la regla. No sabía que las semidiosas tuvieran la menstruación. Ni estos pechos ni este culo tampoco, ¿verdad?. Madre mía, madre mía, Superman, lo que te estás perdiendo. Te has muerto, pero te recordamos. Vuelve cuando nos estén petando el ojete en la Liga de la Justicia. Por favor.

Es superemocionante. Ojalá le pongan un musicón guapo al tráiler (de la Liga de la Justicia). Un riff de guitarra de esos rock & roll que te cagas, trufado con algunos chascarrillos. El FAST & FURIOUS de los superhéroes, nen. Sus huevos ahí.