Blogoteca 20 Minutos

jueves, 7 de julio de 2011

Vidas Cruzadas. FÍN.

LA HISTORIA DE JOSE LUÍS.

- Por las bragas de Paris Hilton, José Luís.... Dios mío, siéntate. ¿Cómo estás? ¿Qué ha pasado?

La muchacha de grandes pechos que lo sujetaba lo dejó suavemente en el suelo, sentado sobre una caja vacía de fruta, justo al lado de la Princesa Hippie, que seguía a lo suyo. Introspección y espiritualidad. El Jose Luís era un desecho de persona humana; un amasijo de carne y sangre; una víctima de Jigsaw. No, peor, de Leatherface.

- Todo está un poco borroso, Paco. Pero lo conseguí - me dijo, alzando temblorosamente un paquete de Lucky Strike.

"Yo estaba en la tienda, tan tranquilico, vale, con mi té y mis pastitas, porque antes de venirme me llegué a la panadería del barrio y compré medio kilo de cruasanes de esos pequeñitos que tu sabes que me gustan mucho, y entonces, como ya estaba harto de cachimba de esa infernal, yo quería fumar tabaco de toda la vida, entiéndeme lo que te quiero decir, pero se había acabado porque la Flora esta, además de hippie, resulta que se fuma hasta el laurel que se le echa al arroz hervido, vale. Así que cogí y le dije a la Antoñita que ahora venía, que iba a por tabaco. Voy contigo, dijo la chiquilla. Vale, pues venga, vamos. Cogí la bolsa de los cruasanes para el camino y hala, a por tabaco."

Abrió el paquete y se encendió un Lucky. Me ofreció uno y acepté. La tal Antoñita lo miraba y le acariciaba el cabello ensangrentado. Luego dijo que iba a buscar ayuda sanitaria y marchó gracilmente haciendo botar sus fantásticos senos. Mira tú qué maja y apañada, oye.

"Total, que me voy para el Corte Inglés que yo sé que hay un estanco dentro. Me meto. Qué bien se está con el aire acondicionado, Paco. No quiero pensar lo que deben pagar de factura de la luz esta gente. Y coge la Antoñita y dice que se va a mirar no sé qué de un perfume nuevo que lo anuncia la Natali Corman o algo así. Ves con Dios, le dije. Y me puse a buscar el estanco. Al pasar por la sección de carteras vi que había muchas en unos cajones. Montones de carteras. Cienes y cienes de carteras. Todas de piel de becerra por lo menos. Incluso de bicha. Se veían de marqués, Paco, tú mentiendes lo que te digo. Coño, me dije, todas estas carteras aquí apiladas como si vinieran de los contenedores esos de los chinos de la Zona Franca.... ¿Y dónde está el precio?"

- ¿Te compraste una cartera?
- No. La mangué.
- Pero hombre, José Luís, por favor....
- Espérate que te lo explico.

"Media hora esperando que acabara de atender una señorita con una blusa verde a una viejuna restaurada, Paco. Yo ya estaba agobiado. Y cuando acaba, coge y me dice: "Ahora te atiende mi compañera que yo me voy a desayunar". Que aproveche, le dije. Gracias, me dijo ella. Pues nada, me gustó mucho una cartera muy guapa de Tomi Jilbringuer ese, vale. Saqué la mía. La vacié. Puse todas las cosas en la cartera nueva de Tomi Jilbringuer. Me la guardé. Me quedé con la cartera vieja en la mano. Y ensayé cara de indignado. Media hora más hasta que vino la sustituta. Buenos días, qué desea. Buenos días, reina. Mira, ¿ves esta cartera?. Si, señor. Pues la compré aquí la semana pasada. Ayer la metí en la lavadora con los Lois, vale, sin darme cuenta, y mira cómo se ha quedado. Ni esto es piel de becerra ni esto es mierda en vinagre. Un pastón. Vengo a devolverla y que me hagas unos Corticoles de esos para yo comprarme lo que me de la gana. Espérate que llamo al encargado de planta. Me espero, reina".

Llegó la Antoñita con un señor con una cruz roja en el pecho. Cuando vio el estado del José Luís cogió el walkie y pidió una ambulancia.

- Que no, rey, que no, que yo te lo agradezco. Si esto con unos gelocatiles ya está. Bueno a lo que iba.

"Llegó el encargado de planta. Vio mi cartera vieja. Me miró con cara de extrañado. Yo mantenía firmemente la mia de indignado. Ganó la de indignado, Paco. Me dieron unos Corticoles y me subí a la planta de sonido y me compré este Mp3 tan chulo - lo sacó del bolsillo y lo volvió a guardar-. Luego me fui para el estanco. Compré el Lucky este que nos estamos fumando. Y me fui para la salida. Y cuando voy a salir comienzo a pitar como un grillo. Y se me echan encima dos gorilones de esos que cuando ven la película esa de "ORÍGEN" se quedan con la boca abierta y les cae un hilillo de saliva, entiéndeme lo que te digo. ¿Qué lleva ahí?. ¿Yo? Nada. Desnúdese. Si, hombre. Venga con nosotros. Me llevaron a una habitación. Saqué mi cartera nueva de Tomi Jilbringuer, miraron mi documentación. Sin problema. Saqué el Mp3, miraron la factura de los Corticoles. Sin problema. ¿Qué coño es lo que ha pitado entonces? Me saqué las bambas, los tejanos, la camiseta, el peluco, los calcetines, las cadenas, la de Caravaca también, que sabes que nunca me la quito. Miren ustedes, yo ya estoy en gallumbos. Esto es cosa de los cruasanes, les dije. Desnúdese. Paco, tú sabes cómo soy yo para estas cosas. Que sabes que en el gimnasio siempre voy con mi toallita bien enrrollada porque soy pudoroso. Encima uno de ellos me pareció que me miraba con lascibia de esa. Miren ustedes que esto es lo que hay. Que no hay más, insistí yo, vale. Desnúdese. Paco, me asusté mucho. No había más donde buscar y decian que la bolsa de cruasanes no podía ser. Esos hijos de puta querían meterme el dedo en el culo. El dedo, por lo menos, entiéndeme. Me negué. Si hubieran sido gorilonas, pues mira, todavía igual hasta me pongo cachondo, pero dos anormales así no, Paco, que tú me conoces."

- ¿Y entonces?
- Entonces llegó la violencia. Yo estaba mu acojonao. Así que quise zafarme y salir por la puerta pero uno de ellos, el de la lascibia, estuvo ágil y me tapó la salida. "¿Dónde vas, pichoncito?", me dijo. Ahí ya, para qué te cuento. Eso me sonó muy a bujarrón, Paco. Me asusté más todavía y me violenté. Luché con todas mis fuerzas. Pero eran dos armarios con puertas correderas. Encajé como pude.
- Casi te matan, José Luís.
- Si, pero por lo menos no me han petado el culo, Paco.

EPÍLOGO.

Le dimos unas caladas al Lucky. Y decidí sincerarme con él. La tal Antoñita charlaba preocupada con el auxiliar ese de la cruz roja. El auxiliar de la cruz roja se había hipnotizado con el balanceo de sus pechos. Ella parecía francamente entristecida. Flora, por su parte, había comenzado de nuevo con la "Balada del OOOooommm". Yo tenía un nudo en la garganta.

- Jose Luís..., siento mucho lo que te ha pasado, pero tengo que decirte algo.
- Dime, Chumo.
- En tu ausencia le he tocado los pechos a tu novia. Y no solo eso. También le he metido mano en el matorral. Pero te juro que fue ella la que me sedujo. Me pille un huevo con la cremallera si miento, José Luís. Se le veían las braguillas. Y luego me dijo que pusiera mi mano en su seno. Y....
- Paco...., ¿qué novia?
- Esta -le dije señalando a la Princesa Hippie del OOOooomm.
- Paco... esa no es mi novia. Esa es la Floreta. Una amiga de la Antoñita. La Antoñita es mi novia. Y si, es un poco sueltecilla. Lo mismo le da una unidad especial de la Guardia Civil, que los monitores de un Casal de Verano que un regimiento de cosacos borrachos. Le gusta mucho el follar, Paco, pero también colgarse. Para ella, el reloj siempre marca la Happy Hour.
- Hostiaputa.

Llegó la ambulancia y a pesar de las reticencias del José Luís logramos que subiera dentro para que lo atendieran bien en el Hospital a condición de que lo dejaran fumar. A mi alrededor, y ante mi sorpresa, el mercadillo hippie volvía a instalarse.

- José Luís... - le dije antes de que cerraran la puerta-. Entonces... ¿no me la recomiendas para establecer unos lazos emocionales sólidos y eso?.
- No, Paco. Mejor no. Antoñita, tápate esos pechos y vámonos ya que quiero estar para el fútbol en casa - le dijo a la chica alta y delgada que aún tenía cara de entristecida- Ahora bien, Chumo, dicen que es capaz de hacer sexo durante 7 horas seguidas. Sexo cuántico o algo así. Cosa de indios. Ya me contarás.
- Cuídate, José Luís.
- Dios te bendiga, Paco. Gracias por cuidar de Floreta - me dijo Antoñita. Y cerró la puerta de la ambulancia.

Tantos nervios acumulados. Tenía unas ganas horribles de hacer de cuerpo. Cuando ya me inclinaba para preguntarle a la Princesa Hippie si le apetecía una Coca-cola en el Hard Rock Café, el hippie malabarista se me acercó. Estaba vivo. Bajo el sobaco traía su canuto y su cuerda. Otro muñon de carne y huesos viviente.

- ¿Cómo van esas amigdalas, amigo?
- De futa mad-re. ¿Tie-nes un sig-arrito, her-mano?

Le di la cajetilla.

- Pa-z y am-mor.
- Paz y amor.


FÍN.

miércoles, 6 de julio de 2011

Vidas Cruzadas. Episodio 5.

Cuatro Mossos bien entrenados contra dos personas humanas. Una de ellas, una hippie que creía en el amor libre. Y que yo también, ojo, pero con condiciones. Amor libre a todas horas. Libertad para echar un casquete dónde, cómo y cuándo se tercie. Alegría para el cuelpo. Pero eso de compartir el horno donde caliento la baguette..., eso va a ser que no, tú mentiendes lo que te digo. No jodamos. En esto soy un poco conservador. Además, que cuando necesite de los servicios de una señorita alegre, pues cojo, me gasto los cuartos, y con educación y saber estar (esto siempre) echamos un rato tan contentos. Si voy bien de boniatos, con champagne francés, y si voy flojeras, pues con sidra El Gaitero que también está muy rica. Pienso que quizá no estuviéramos hechos el uno para el otro. La Princesa Hippie y yo, digo. Además..., qué coño..., SI ES LA NOVIA DEL JOSE LUÍS!!!! (hostie, Paco, pero qué haces!!!!)

El Mazas y los otros dos ya habían desenfundado su porras. Se acercaban. Nunca pensé que mis días en esta perra vida acabarían así, y con tantas cosas por hacer. Sin el autográfo de Messi, sin conocer el pueblo donde se rodó Verano Azul, sin cobrar los 1.000 duros que me debe Paco El Kioskero, sin echarle los trastos a la panadera nueva de la esquina, sin poder ver la 2ª temporada de la serie esa de los zombies que tanto me gusta... dios mío, sin tantas cosas por hacer. El Mosso con nombre de pollo, en última instancia, también desenfundó.

- Pío Pío - le dije-. ¿Tú también, hijo mío?
- ¿Se han ido ya, amigo de Jose Luís?.
- Están recogiendo, Floreta, están recogiendo.

Me levanté para plantarles cara. Moriría con las New Balance puestas. Oh, si. Vendería cara mi piel. Hijos de puta. Entonces ocurrió algo inesperado. El Pío Pío, con su raya en medio y su cara de Cola-Cao con galletas mañanero, se giró hacia sus compañeros.

- No le vais a poner un dedo encima.

Las tres fieras detuvieron sus pasos. Una de ellas volvió a echar mano del Marlboro. Yo me coloqué detrás del que ya para mí era un héroe anónimo (aunque le llamaran Pío Pío).

- Pío Pío, qué dices. Venga, va, quítate de en medio.
- No me sale los huevos.
- Oye, Mazas, pos es verdad que está verde este, eh -dijo el del tabaco, abriendo el Zippo.
- Ya te lo he dicho yo. Si ni siquiera sabe pegarle los subtítulos a una peli descargada.
- Sois la deshonra del cuerpo. No servís al ciudadano. Sois escoria. Unos fills de pute. El Vin Diesel ese es un calvo maricón de mierda. Un papafritas. Y el Transportter, otro que tal. Un figurín con su A8. Yo me cago en vuestros batidos proteínicos y vuestras series de levantamientos. Sois unos mierdas con unos pichurrines como bellotas.

Se levantaron la visera. Estaban anonadados. Pálidos como Iniesta disfrazado de El Cuervo. Yo comencé a rezar a la Vírgen del Cármen. Flora estaba de nuevo con las piernas cruzadas, sentada en el suelo, a mi lado, los ojos cerrados. Meditando y eso.

- ¿Qué has dicho, Pío Pío? - le preguntó, incrédulo, el llamado Mazas.
- He dicho que Vin Diesel es un mierda. Que Jason Statham es otro mierda. Que vosotros sois una cagada fresca de vaca Pascual. Y te digo además que el auténtico maestro se llama Bruce. Bruce Lee. Y que la Vane no te cogió el teléfono anoche porque estaba ocupada. Ocupada con un hombre de verdad, so anormal. O sea, conmigo.
- Pero..., pero si me has dicho antes que estabas viendo SUPERVIVIENTES!!!!
- Y era verdad. Me pone cachondo ver tías en tanga. Y no te lo pierdas, a ella también. Precalentamiento, ya sabes. Luego cabalgamos toda la noche. Vengo sin dormir. Me dijo que tu pichurrín no sería capaz de polinizar un tulipán.
- Mentiroso de mierda. ¿Y tu madre?.
- En Benidorm. Ella decía que por la mañana hacía fresquito en Benidorm. Y a las madres siempre hay que hacerles caso, Mazas.


La cara del Mazas, purpúrea, se congestionaba como un efecto especial de la Nintendo XL. El Mosso del Zippo abierto parecía una estatua de cera con un cigarrillo colgando de la comisura de los labios. El tercer Mosso dijo "uála, qué movida, paso de vosotros" y se fue a ayudar a la Mossa y a su compañero que ya antes había marchado, con el hippie malabarista del canuto y la cuerda. Parece ser que el muchacho, aún con un par de botas en el cuello (debían ser grandes sus amigdalas) tenía agallas para resistir. "PAZ Y AMOR!!!!", gritaba todavia por encima del tremendo alboroto que nos rodeaba. Después del Emidio Tucci, ahora, con la llegada de un tercer Mosso, le estaban facturando uno de Hugo Boss. En tiempo real.

- Te voy a reventar la cabeza, Pío Pío cabrón.
- Tú no vas a reventar nada, mariquita de playa. Como respires empiezo a rajar sobre la farlopa decomisada que has ido pillando de estranquis en la comisaría. Te gustan demasido las anchoas, Tony, así que no me vaciles, no sea que encima recibas alguna galleta extra.

Dicho esto, el Pío Pío enfundó su porra y sacó unos nunchakus que tenía camuflados donde las esposas. Adoptó una kata de ataque, la típica posición del Dragón Perjudicado, levantó una mano en dirección al Mazas y al otro Mosso, y les hizo el gesto de que vinieran. Bruce Lee en estado puro. Gracias, Vírgen del Cármen, tú que todo lo puedes. Prometo no comprar nunca más (pero nunca más) pizza Tarradellas. El Mazas reculó. El balazo fue justo entre ceja y ceja. Se lo pensó.

- Eres un chivato de mierda, Pío Pío. No tienes pruebas. Te voy a reventar la cabeza.

Entonces se escuchó una vocecilla detrás nuestro. Todos nos giramos al unísono. Era el cámara del trípode. Era Carlitos.

- Sr. Mazas, hola, buenos días, discúlpeme que intervenga en esta conversación tan dicharachera, eh, pero tengo que decirle algo.
- ¿Quieres cobrar, periolisto?.
- No, por Dios. Mire, ¿ve usted aquel zagal que está justo ahora saliendo de la plaza con una camiseta de Bon Jovi?.
- Qué pasa.
- Es el que tiene la cinta donde he grabado esto que decían ustedes de la farlopa decomisada que van sustrayendo de tanto en tanto de gratis. Si no tiene noticias mías en 60 segundos es que me ha pasado algo. Si me ha pasado algo, esa cinta sale mañana en el Telediario de Antena 3 con Matías Prats. Le recomiendo que coja sus bártulos y se vaya a tomar por culo.

Segundo balazo. El que se le pega a un zombie inerte para asegurarse de que está realmente fiambre. Con uno te quedas corto a no ser que seas El Rubio, con dos mucho mejor. El Mazas miró al chaval, completamente indignado. Y sin soltar una palabra se giró y comenzó a andar con paso despreocupado.

- Me he quedao con tu cara, Pío Pío, que lo sepas. Hijoputa.
- Pues devuélvemela, que no quiero que te pajees por las noches con ella, Pablito de mierda.

Se fueron. Se giraban de vez en cuando, pero se fueron. Ambos. Se cruzaron con el Jose Luís. Una chica lo sujetaba.

- Carlitos, Dios te lo pague -le dije al cámara.
- No es nada. No has visto nada. No soy nadie. Trabajo en pos del bien y la justicia y no quiero reconocimiento alguno. No quiero poner en peligro a mi família.
- ¿Y el de la camiseta de Bon Jovi?
- No tengo ni puta idea de quién es. Cuidaos, amigos. La guerra es como una zorra con la regla. Cuando decides tomarla en serio te pones hasta el ojete de sangre.

Dicho esto recogió el trípode, la cámara y la bolsa y haciéndonos el famoso gesto trekkie, se marchó también.

- Un gran hombre -dijo Pío Pío.
- No menos que usted- le contesté. Barruntaba ya qué iba a decirle a Jose Luís sobre lo ocurrido con su novia hippie-. A mí también me gusta mucho Bruce Lee, sabe. Tengo todas sus pelis edición limitada de lujo con cajita metálica y camiseta de regalo. En VHS, DVD y descargadas del Cinetube. Pasa que me quedé en 1,66cm y no pude desarrollar bien la técnica del Mono Borracho.
- Me limito a cumplir con mi trabajo, amigo. Salgan de aquí cuanto antes, por favor. Y dele a esta muchacha un baño de agua fría y siete cafés bien cargados. Está buena, por cierto.
- Si que lo está, si.
- Ah, y la técnica del Mono Borracho es de Jackie Chan.

Guardó sus nunchakus de madera noble y se alejó.

- Hola, Paco - dijo Jose Luís. Estaba hecho un Cristo. Una muchacha alta, delgada, y con dos pechos como dos misiles, a duras penas lo sujetaba. A nuestro alrededor la batalla campal parecía amainar.

To be Continued.

viernes, 1 de julio de 2011

Vidas Cruzadas. Episodio 4.

CÁMARA 3.

En el costillar. Me dio en todo el costillar. De entrada no me dolió, por el shock, supongo, pero un segundo y unas centésimas después sentí una quemazón intensa. Por principios no solté ni una lágrima. Quería salir, la cabrona (la lágrima), pero aguanté el tirón como un jabato. Flora, debajo de mí, acurrucada, sollozaba y repetía una letanía de maldiciones sobre la estupidez humana y la destrucción del planeta. Pobrecica.

- Mazas, te has pasao, nen.
- Bué!!! Esto es precalentamiento, chaval. Tanteando el terreno. Aviso preventivo, que se dice. Tú no bajes la guardia. Donde menos te lo esperas hay un psicópata de esos ocultos. ¿Has visto El Silencio de las Ovejas?
- Es "de los Corderos" , Mazas.
- Joder, "corderos", "ovejas", lo mismo da. Se lo montan entre ellos, ¿no?.

Los tres Mossos que fumaban Marlboro discutían ahora que era más conveniente, si el Domingo hacer brasas o mejor una paella. El que propuso la paella advertía del buen hacer de su mujer para estos menesteres. Los otros se lo miraban dubitativos. Quizá hubiera sido un momento propicio para ejecutar un rápido movimiento sobre los dos más agresivos que nos rodeaban y plantear una defensa Furia Oriental. Se me pasó por la cabeza. Pero ese día, precisamente, me dejé los nunchakus en casa. Elegí la vía del diálogo y la serenidad.

- Mire usted, Sr. Mosso, yo creo que podemos llegar a un acuerdo.

El tal Mazas miró a su compañero.

- ¿Ves lo que te digo? Resistencia a la autoridad.

PAM!!!!

Esta vez me dio en el brazo, pues estuve rápido de reflejos para protegerme la cabeza. A esto se le llama bloqueo intempestivo en grado supersucker. Lo vi venir gracias a una severa serie de entrenamientos exhaustivos para grupos de élite de cuando la mili, tú mentiendes lo que te digo. El brazo se me quedó muerto. Gracias a Dios soy ambidiestro para cuando la ocasión lo requiere. Años de duro entrenamiento también, ojo.

- Mazas, tío, ¿qué haces, macho?.
- Se ha rebotao.
- ¿.......?
- Ay, alma de cántaro, cuánto tienes que aprender. Tras esa actitud se esconde claramente una intención agresiva. Si te lo he dicho antes. Este va de cordero. Y encima feo.

Esta vez si me cayó una lagrimilla. No pude evitarlo. Más que porque me dijera feo (que yo también tengo mi corazoncito, vale), porque no sentía del antecodo a los dedos de la mano izquierda. Por otro lado, la riñonada me hacía bum-bum-bum-bum. Me fijé en el cámara, que ahora concentraba toda su atención en nosotros. Tenía una tarjeta identificativa. Ponía Carlitos. Es curioso cómo una persona humana, en situaciones límite, se fija en los detalles más inesperados. La Princesa Hippie seguía en su mundo. Qué guapa era.

- Mire usted, Jefe, con todos los respetos posibles dada la situación actual, entiéndame lo que le digo, yo quisiera solicitarle, si tiene a bien escuchar estas humildes palabras, que si us plau guarde usted la porra. Ojo, no por nada en especial, eh, cuidao, que no quiero yo que malinterprete mis palabras, dios me libre a mí de soltar alguna inconveniencia y meterme donde no me llaman. Faltaría. Yo más que nada para que usted no se me fuera a hacer daño con la susodicha, eh. Básicamente. Que ya sabe que estos artilugios los carga el diablo. Es decir, yo siempre mirando por el bienestar de los cuerpos de seguridad del estado, dios me los cuide durante muchos años.
- Amigo de Jose Luís... - me dijo debajo mío Flora -. ¿Se han ido ya?.
- Tranquila, caramelito, yo te progeré.

El Pío Pío ese se quitó el casco. Su madre le había hecho la raya en medio antes de salir de casa. Probablemente también el Cola-Cao. Hacía cara de buena persona.

- Hay que ver lo bien que se expresa este hombre, darte cuenta.
- Ponte el casco, inútil, que te van a abrir la cabeza.

El cámara con su trípode (Carlitos ponía en la etiqueta) no daba abasto. Izquierda, derecha, arriba, abajo. Todo sin perdernos de vista a nosotros, además. Volaban por encima nuestro litronas, maderas, vallas, cristales, metralla de todo tipo, dos perros, tres gatos, cuatro neumáticos (uno incendiado), dos japoneses que llevaban colgando del cuello dos NIKON carísimas, una chica con las tetas operadas y la raya de los ojos hasta el cogote, estaba buena, un urbano, una abuela, cuatro Cd's de Operación Triundo, dos cassetes de Antonio Alemania y uno de Porrina de Badajoz. La Matanza de Texas.

- Es que entre el pasamontañas, la braga y el casco..., no veas qué calda, Mazas.
- ¿Pero qué haces con la braga y el pasamontañas?
- Es que mi madre se ha empeñado. Decía que hacía fresquito esta mañana y eso.

Los tres que fumaban apuraban sus cigarrillos. Uno de ellos dijo de repente "me aburro". Delante mía la Mossa por fín alcanzó al hippie al que perseguía desde hacía rato. 5 vueltas enteras le dieron a la Plaza por lo menos. El Mosso que se aburría tiró el cigarrillo al suelo, se bajó la visera y se fue donde estaba su compañera. Le hicieron un traje nuevo al hippie. Emidio Tucci. A medida. Como el hippie se quejaba cogió el Mosso y le pisó el cuello. Supuse en un primer momento que para solucionar algún tema de amigdalas inflamadas.

- Ponte el casco, joder, que pareces corki de verdad, Pío Pío, y recuérdale a este señor para qué estamos aquí.

Pío Pío se agachó delante nuestro.

- Buenos días, caballero.
- Buenos días.
- Mire, le voy a ser franco.
- No, eso no, por Dios.
- Sincero, quería decir.
- Adelante - le supliqué. El dolor en la riñonada aumentaba. Probablemente tenía alguna costilla rota por ahí abajo. El brazo caía inerte.
- Está usted inmerso en un dispositivo de desalojo de hippies perfectamente camuflado bajo lo que vendría a ser, inicialmente, un mero operativo de limpieza e higiene de la Plaza.
- Hostie, nen, podíais haber avisao.
- Ahí está el quid de la question, amigo. Estas cosas son como los huevos Kinder. Todo mu bonito pero nunca sabes qué sorpresa te vas a llevar.
- Ya, pero con los huevos Kinder las sorpresas siempre son agradables, nen.
- Eso también es verdad.

Los dos Mossos que estaban fumando también apuraron sus cigarrillos y se acercaron al Mazas.

- Tony, me estoy agobiando, tío. ¿Le metemos o no?.
- Pos va a ser que si, porque veo mu verde al Pío Pío.

Avanzaron hacia nosotros.

- Amigo de Jose Luís, ¿se han ido ya?.
- Están a punto, princesa. Están a punto.

To be continued.