Blogoteca 20 Minutos

miércoles, 6 de junio de 2012

Bailando. (2ª Parte)



(continúa de "Bailando". 1ª Parte)

O sea, para que nos entendamos, el disyokei pinchaba discos. No cintas de cassette. Discos. Tócate los huevos. Y los discos se ponían en otros aparatos que los hacían rodar y sonar al mismo tiempo.

- Chumi, no te preocupes que yo te arreglo esto de los discos - me dijo un día el Tirilla.
- Tirilla, por favor, compórtate que ya tienes una edad.
- Te debo muchos favores, Chumi. Tú me recogiste de la calle.
- Sí, te recogí el Sábado pasado. De la puerta de la mercería de la Reme a las 06:00h. de la mañana con una peste a vinagrera que tiraba para atrás. Deja el Marie Brizard, Tirilla, que ya tienes una edad. ¿Es que no puedes beber Cacaolat con Licor 43 como todo el mundo? Pareces tonto, tronco.

A los dos días, estaba yo una tarde tan tranquilico viendo a Mariana y Luís Alberto en la tele, y se presenta con una caja de cartón en la puerta de mi casa. Dentro había un tocadiscos al que le faltaba el bracito ese que se pone encima de los discos y los hace sonar y tres discos. Uno de José Luís Perales, otro del negro ese que bailaba y se movía como si estuviera poseído, con su pelazo de negro de por entonces, que iba siempre acompañado de tres panteras negras (la de veces que me habré tocado yo con las negras esas), no me preguntes ahora el nombre del grupo, creo que se llamaban Bimbo o algo así. Y el tercero, me acordaré siempre, de Raphael. Este último, además, estaba mellado. El disco, digo, no Raphael. Le faltaba un trocito.

- Eso se pone un poco de cinta aislante con un trocito de cartón y arreglado, Chumoski.
- ¿Quieres decir?
- Sí, hombre, sí.

Conclusión: mi promoción como diyei de barrio popular terminó en el tiempo que tardan las angelitos esas de Victoria Secret en recomponer la figura después de parir gemelos de 5 kilos cada uno.

Le devolví el radiocassette Philips al José Luís. El Blaupunk lo puse en la cocina de casa. Y tras mi despedida del mundo de la noche como parte actora, entiéndeme lo que te digo, como el que parte el bacalao, me interesé por la radio. Nunca entendí porqué no hacían las cintas de cassette, las de grabar, más grandes. Yo con 90 minutos no tenía ni para empezar. Por eso, tenía la casa llena de cintas de grabar. Bueno, la casa y el coche. Me acuerdo el Forfi (el Ford Fiesta), al cerrar las puertas, con todas las cintas de cassette sueltas en el reservado de las puertas, en la guantera, en los asientos, en el suelo... Cuando cerraba la puerta del coche aquello parecía que se desmontaba entero. Por piezas. Horroroso.

Me sentía muy triste. No tenía cuartos para un tocahuevos de esos ni espacio para los discos. Entonces un tío extranjero sacó un cassette que dio un nuevo sentido a mi vida. El tio extranjero era Mike Platinas y el musicón se llamaba Max Mix. Y por lo visto consistía en cortar las canciones y volverlas a pegar como te saliera los huevos. Yo tenía un radiocassette. Y tenía miles de cassettes. Tenía tijeras, cinta aislante y un montón de bolígrafos BIC escribe fino BIC escribe normal. Y si el tío ese se llama PLATINAS, es porque lo hace con un radiocassette. ¿Qué más da si es Blaupunk que Toshiba?. Yo tenía el poder en mis manos. DA POWA!!! (que se dice de buen rollo en inglés, entiéndeme lo que te digo).

- Chumoski, vente a los Billares.
- No. Que estoy ocupado.

- Chumoski, vente a la casa del José Luís, que vamos a poner una de Susana Estrada.
- No. Que estoy liado.

- Chumoski, ya no te picamos más, nen.
- Irsus a tomar por culo ya, hacedme el favor.

Así me pasé unos pocos años. Por culpa del tío ese extranjero que te he dicho antes. A saber si estará vivo. La gente de por entonces se endrogaba bastante, y luego no meaban lo suficiente, tú mentiendes.

Los italianos cantaban en inglés. Curioso. Aquí también, vale, pero muy mal. No es que yo sepa mucho de inglés, pero vamos, que los que cantaban lo habían aprendido por correspondencia, nen. Luego, encima, salían en las portadas con fajín, esmoquín, y rosas en la mano. Hostiaputa nen, pero esto qué es. Y es que por entonces la hemosesualidad ya era un hecho. Si hasta los jevis eran gayers por el amor de dios. Pero curiosamente nadie daba tanto por culo, en un sentido estratosferico de la palabra, entiéndeme, como ahora. Cada uno a su bola. Y cómo bailaban. Había aceite para freir patatas para media Africa. Italianos, alemanes, ingleses, españoles, franceses... Y qué musicón. Y mucho de eso salía en los max mix, aunque yo escuchaba de todo. De los Depecho de Moda hasta los Amigos de Gines. De los Eraseguro hasta unos que se llamaban Confeti (tú fíjate el nombre). La Paula Abdul que guapa éra, por ejemplo. Creo que era mora. Llamándose Abdul tú verás. Y cuando llegó la época del Acid me llené de chapitas amarillas con una cara sonriente, me rompí con las tijeras del pollo unos tejanos que me había comprado mi madre de la Mercería de la Reme (menuda hostia me soltó, por cierto), me ponía mi pañuelo acid y me metía en todas las raves esas. Y venga acid y venga acid y unos colocones que eso no era normal.

- Chumoski que nos hemos enterado que te vas por ahí de fiesta, cabrón.
- ¿Tú sabes quienes son Inner City?
- ¿Como los bujarras esos de ibiza, no?
- Si. Más o menos. Qué anormal eres, nen.
- Joder, Chumo, tampoco es para ponerse así.

Y así hasta los Tecnotronic, los negros aquellos que bailaban pegando botes con aquellos pantalones tan anchos, que yo no sé porqué hacían los pantalones tan anchos, debía ser para llevar la pipa en los bolsillos sin que se note, o el cartón de tabaco, a saber, y luego algo llamado trance, tecno, y el Bacardi con coca-cola, claro está. Y luego el makineo, y el paco pil, y la musica cantadita y mas trance (yo es que soy muy de trance; sobre todo cuando me hinco un litro de Gandesa desayunando), y progresivo, y hasta hoy con esto que llaman house, como el doctor ese.

Hasta que me eché novia formal, hará ya dos o tres años. Entonces estuve muy desconectado. Volví a conectarme a la realidad cuando me dejó.  El sexo, que te corroe el celebro, entiéndeme. Me tenía aducido rollo expediente x. Incluso tuvimos un niña. Bueno, la tuvo ella, porque resultó que no era mía. Era de uno de Mozandike. Un compañero del Carreful. Está superao, no hay problema.

Hace un par de semanas decidí ponerme al día. No es que dejara de escuchar música en todo este tiempo, no. Eso nunca. Sino que decidí retomar la afición aquella del pinchar y eso. Pero profesional, cuidao.


TO BE CONTINUED.

Bailando. (1ª Parte)



A mí de siempre me ha gustado mucho la música y siempre me he considerado un melónmano para estas cosas, entiéndeme lo que te digo. Yo recuerdo que empecé pinchando en los radiocassettes de los amigos, vale, y que ya de por entonces se me daba bien. Concretamente con un Philips. Luego amplié el equipo a dos radiocassettes con un Blaupunk. El primero (el Philips) era del padre del José Luís y le faltaba la tapa de la platina y media antena. Como veía que yo tenía ya esa devoción, pues el chaval, que tiene un corazón que le cabe de sobras en el pecho, me lo dejaba. José Luís, dónde has puesto la arradio!!!! , se escuchaba a su padre por el patio de luces.Y el segundo me lo trajeron los Reyes Magos a casa del Tirilla. Prefiero no dar muchas explicaciones al respecto. Yo solo sé que esos Reyes Magos cayeron un 12 de Agosto. Justo al volver de la Barceloneta.

- Paco, mira lo que te han traído los Reyes!!! Para que puedas pinchar como dios manda.
- Tirilla, estamos a 12 de Agosto. No entiendo muy bien eso de los "Reyes".
- Bueno, es que este año con la crisis solo venían en un camello, Paco. - se reía el muy maricón. Eran los años 80 y todos queríamos matricularnos en la Escuela de Calor.

Así que, a dos manos, y con un boli BIC en la boca, como los de Azul y Negro (entiéndeme lo que te digo), yo iba poniendo ahí los grandes hits de la época y los colegas se lo pasaban pipa. Dame veneno que quiero morir, la blanca paloma, esta es la historia de Juan Castillo, las Baccara, el Bobbi O, Los Pistones, Obus, Barón Rojo, la Fotonovela aquella, los Cadillac, el Rufino de la Luz Casal, el maneja mi barca, Duncan Dhul, el voy camino Soria, los Pegamoides, la de con los dedos de una mano, luego más tarde la de Tú eres el Vaquilla, el calvo aquel que tenía voz de pito, los dair estraits... madre mía de mi vida, siempre lo mejor de lo mejor. Y qué locura con el bolígrafo, a dos manos, rebobinando las cintas de casette hasta el punto justo como si fueran carracas. Ya por entonces me decían que era DISYOKEI. Que disyokei, para el que no lo sepa, vale, es lo que quieren decir las letras DJ.

Había que tener una gracia especial para subir y bajar el volúmen y yo la tenía.

- Paco, tienes que ponerte un nombre.
- Un nombre de qué.
- Un nombre de disyokei.
- ¿Y no puede ser Paco?

Así que pronto me llamaron para amenizar bodas, bautizos y comuniones. Dj Chumoski. Y para allá que me iba con mis dos radiocassettes bajo el brazo y una bolsa del HIPERCOR llena de cintas de cassette colgando el hombro. Las más baratas, en las gasolineras. No tenía cintas yo de cassetes, sabes. Madremía. De las mejores. Y allí que llegaba siempre de punta en blanco, tú mentiendes lo que te digo. Siempre alicatado de arriba a abajo. Más guapo que el novio y el padrino juntos. Los malentendidos con las novias estaban a la órden del día. Coño!! ¿Qué culpa tenía yo que fueran tan guarrillas?

- Oiga, ¿usted es el pinchadiscos?
- ¿El qué?
- El disyokei. El Chumoski ese.
- Sí, señor.
- ¿Y los discos dónde están?
- ¿Qué discos?

TO BE CONTINUED.