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martes, 28 de junio de 2011

Vidas Cruzadas. Episodio 3.

CÁMARA 1.


- ¿Mazas, me recibes?. Aquí Pío Pío. En Furgoneta 2.
- Te recibo Pío Pío.
- Perdona, Mazas, qué te iba a decir...
- Dime.
- ¿Tú de qué vas a tirar más..., de porra o de Fungusol?
- Se dice aerosol, corki.
- Perdona, tío. Es que estoy nervioso.
- El picaojos, como la colonia BRUMMEL, Pío Pío, solo para las distancias cortas. Yo creo que de entrada vamos a tirar directamente de porra. Mira, ya entran las brigadas de limpieza. Tate al tanto, eh!!!
- Me están dando retortijones.


CÁMARA 2.

- Disculpe, señorita...
- OOOoooommmmmmmmm.......

Se le veían claramente las braguillas blancas; con transparencias. No se depilaba. El parterre asomaba. Oh, señor, tú que todo lo puedes... Era una belleza. Era la princesa de los hippies. No se veía al Jose Luís por ningún sitio. En una esquina de la plaza, por lo visto, empezaba a tocar una banda. Se escuchaba mucho revuelo. La verbena de San Agustín. Entré a la tienda.

- Ooooommmmmmmmmmmm.....
- Disculpe, usted, señorita, con su permiso...

Abrió los ojos. Eran del color del agua en las calas recónditas y poco transitadas de la Costa Brava. Me quedé obnubilado. Sin palabras. Una diosa con una margarita estampada en una gastada camiseta. Tuve una erección instantánea que miré de disimular metiéndo las manos en los bolsillos pero, desgraciadamente, ese día opté por vestir unos Levi's pitillo extra large de aquellos ajustaditos de cuando mi época de Barón Rojo, así que, con manos embolsilladas o sin ellas, no había nada que hacer. Di dos pasos. Dolía un poco.

- Pasa, amigo. Estás en tu casa. Pasa y deja algo de la felicidad que traes contigo.
- No, si... si yo es que había quedado aquí con Jose Luís, sabe usted....
- Ha ido a por tabaco. Pasa, siéntate a mi lado y bebe conmigo. El té está a punto. Fumemos también.

Tras un par de intentos a la hora de cruzar las piernas para no troncharme el nabo (con perdón), conseguí sentarme a su vera. Justo delante de una cachimba de considerables dimensiones que se elevaba ante nosotros sobre una pila de revistas. Un Cuore, un Woman, un Cosmopolitan...

- Tú eres la novia de Jose Luís, ¿no?
- Soy Flora, y creo en el amor libre. Olvida tus ataduras físicas. Deja que tu ka se pronuncie. Derriba los muros que rodean tu mente y deja que fluya tu espíritu. Toca mi pecho y escucha mi respiración. Sé yo.

Fuera se escuchaba bastante alboroto. Alguien hablaba por un altavoz. Mejor dicho: alguien berreaba por un altavoz. Por la abertura de la tienda pude ver a una chica con rastas que recogía presurosa un puestecillo de esos de echar las cartas y a su lado un señor con un cartel pintado a mano colgado al cuello que ponía "ME CAGO EN BUESTRO MUERTO" se afanaba por recoger sus pertenencias algo alterado con un bocadillo de fiambre en una mano envuelto en papel de plata. Jose Luís, vuelve pronto, por el amor de dios. Mi mano derecha sintonizaba los 40 Principales en el delicioso seno izquierdo de la Princesa Hippie (".... y en el número cuatro de los 40 Principales...), luego la Máxima FM ("....esto es lo último de Afrojack con Rosa de España, un pelotazo que..."), luego la FLAIX..., y luego pasé al seno derecho y busqué la COPE a ver si decían algo del fichaje de Cesc...

CÁMARA 1.

- Aquí Mazas. Furgoneta 1. ¿Me recibes, Pío Pío?. No dejan pasar a la brigada de limpieza. Nos ponemos en marcha.
- Recibido, Mazas. ¿Tiro de porra entonces, no?.
- Efectivamente.
- Ok. Justo anoche le saqué brillo con la grasa para las botas.
- Bien hecho, Pío Pío.
- Gracias, Mazas. Qué nervios, nen.
- Tranquilo, fenómeno. Nos vemos fuera y yo te voy indicando. Cambio y corto.

CÁMARA 2.


Mis fuerzas flaquearon. Perdí el oremus. La mezcla de té de bergamota y esas extrañas hierbas de Asia que fumé sublevaron mis sentidos. La besé. La metí mano. Era un caramelito hippie. Delicioso. Y me eché encima de ella. Y le levanté la minifaldilla. Y entonces el toldo rosa de la tienda de campaña voló por los aires y quedamos a la intemperie. Cinco Mossos de Cuadra de color azul marino, preparados para un Barça-Madrid con su casco con visera, arneses, pipas, escudos, botas del Decathlon, y porras en mano, nos rodeaban. A nuestro alrededor, el apocalipsis. El fín del mundo. Reparto de panes, tortas y galletas artesanas a mansalva. Cuétara, Gullón Tropical, Marbú Dorada, tortas de aceite de Puertollano... Se acabó el hambre. Un cámara con trípode lo grababa todo cerca nuestro.

- ¿Tú has desayunado, caramelito? - le dije bajándole la minifaldilla y tapándole los pechos - Lo digo porque me parece que ha llegado la hora de la cartilla de racionamiento.
- Siempre ayuno, amigo de Jose Luís. Limpio las impurezas de mi cuerpo físico. Limpio mi espíritu. Puedes llamarme Flora.
- Vale.

Dos de ellos hablaron debajo de los pasamontañas, bajo el casco con visera. El cámara del trípode no perdía detalle.

CÁMARA 3.

- Bueno, bueno, bueno, bueno.... vamos a ver, Pío Pío, ¿qué tenemos aquí?. Piensa la respuesta, eh. No te precipites ni te azores.

Los otros tres Mossos hicieron al unísono un malabarismo con las manos al más puro estilo del Salvaje Oeste y enfundaron sus porras en sus cartucheras. Uno sacó un paquete de Marlboro e invitó a fumar a los otros dos mientras asistían a la escena que se desarrollaba.

- Eeemmm...., bueno..., pues...., parece una pareja que estaba a punto de echar un casquete, Mazas. ¿No?. - dijo Pío Pío.
- Error. Casi, pero error.
- ¿Error?.
- Una pareja de hippies, Pío Pío. DE HIPPIES. Y dime ahora... ¿para qué estamos aquí?.
- ¿Para pedirles por favor que se piren de la plaza?.
- Más o menos.

Seguía agachado sobre la Princesa Hippie, protegiéndola con mi cuerpo. Ella parecía ausente, y por encima del apocalipsis me susurraba al oído "Paz y Amor, Paco. Paz y Amor". Sobre nuestras cabezas volaban objetos de toda índole. El puesto de garrapiñadas había quedado destrozado. El hippie malabarista del canuto y la cuerda corría que se las pelaba, perseguido por una mujer Mossa sin casco, con una coleta. "No corras que será peor", le decía. El hippie malabarista se giró justo cuando pasaba delante nuestro y le hizo la higa con la mano derecha. Los tres Mossos que fumaban Marlboro, brazos en jarra, hablaban de una barbacoa el Domingo en Montornés. Los otros dos parecían tener una especie de reválida o exámen allí mismo. Con nosotros como cobayas de laboratorio.

- Vale. Entonces primero les pido la documentación, ¿no?.
- Mmmm... si y no. Piensa que el precalentamiento en estos casos es fundamental. No puedes saltártelo a la torera.
- ¿Qué precalentamiento, Mazas?.
- Este.

Y cogió el Mazas y me arreó un porrazo en el costillar. PAM!!!!!


To be continued.

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