Blogoteca 20 Minutos

martes, 14 de febrero de 2012

Carta para la chica cadáver.



Hola, Chica Cadáver, ¿cómo estás?, espero que al recibo de la presente bien, yo regulín regulán, gracias a Dios, aunque un poco nervioso; me sudan las manos. Mira qué te iba a decir, que soy el tipo bajito y tirando a feo-interesante con el que estuviste hablando el Sábado pasado en esta misma barra en la que estás leyendo estas humildes letras. Si, ese que se te acercó a decirte que hacías "mu mala cara" con un cubata de Absolut-Lemon en la mano y los ojillos brillantes; vamos, el mismo al que acto seguido le dijiste que ibas maquillada para la ocasión y que la herida en la cabeza era falsa. Y cuidao, que yo algo imaginé, eh, que tan mongo no soy, sobre todo teniendo en cuenta que la fiesta era de disfraces, entiéndeme lo que te digo, pero claro, pasa que he tenido muchos disgustos en mi vida, mucho dolor en el corazoncito, verdad, y la verdad es que no me apetece ahora mismo una relación con una muerta o similar, por eso tenía que asegurarme, que luego son todo problemas, no por el qué dirán, eso me trae sin cuidado, más que nada por los olores.

La cuestión es que llevo toda la semana pensando en tí, Chica Cadáver. En tus ojos azulones. En tus pronunciadas ojeras. En tu boca pintada de negro. En tus pechos también, y perdóname el atrevimiento (no te enfades, por favor). Y en esas piernas embutidas en esas medias de rejilla negra tan... tan hermosas y llenas de vida. Hacía tiempo que una chica no me dedicaba más de unos minutos, exceptuando alguna extranjera borracha en Lloret de Mar, claro está, pero esas no cuentan, solo son remedios humanos para la soledad, y tú fuiste tan amable, tan interesada en mis inquietudes personales (reiste lo justo cuando te conté lo que me pasó con mi vecina Rosario hace un tiempo), tan formalica al no echarme mano al paquete a las primeras de cambio, tú mentiendes lo que te digo, Chica Cadáver (perdona, pero es que no me acuerdo del nombre, te soy sincero; no te enfades). Que oye, que claro que si, que también me gusta que me metan mano, no nos confundamos, eh, por favor, que yo soy heteromacho por los cuatro puntos cardinales, pero cuando tengo los sentimientos a flor de piel, sabes, cuando el estómago se pone a bailar hardcore al ritmo machacón del corazón (esta frase es mía que se me ha ocurrido ahora mismo), pues como que lo encuentro así un poco brusco.

Te cuento todo esto por escrito porque en persona soy incapaz. Me dan retortijones de los nervios y no quisiera romper la magia del momento, algo tan bonito como es una declaración de amor y de principios, con unos aires a destiempo, por ponerte un ejemplo práctico y real para que veas que esto no es Jólibud. Sabe dios que hoy me he arreglado a conciencia para volver a verte, que incluso la portera, la Sra. Antonia, en el rellano me ha dicho "Pero Chumoski!!! ¿Dónde vas tan guapo?", y oye, que a mí me da igual que vengas de nuevo recién salida del cementerio o de una secta de esas demoníacas, pero de veras, es que me es imposible, soy muy tímido sin media docena de cubatas, y si me los tomo apesto a aguardiente y te daría muy mala impresión (como el otro día, supongo). Por eso, si el camarero ha hecho bien su trabajo, y ahora mismo estás leyendo esto, que sepas que estoy en la planta de arriba, sentado en un sillón de esos que tienen de cuero negro. Mira, justo el que está junto al macetón grande de la esquina.

Si no subes lo entenderé. Si subes... si subes, aparte de procurar que los aires se queden en su sitio (aunque luego me duela la barriga), te convertiré en la reina de mi vida y no te va a faltar de nada. Pero de nada de nada.

Tuyo, afectuoso pero sin pasarse, Paco Chumoski.

PD.: ¿Te gustan los Dair Estreits? ¿Y los Pep Chop Bois? (los del Barça no, que también, los otros, los de la música)

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